No es nada nuevo la polémica que siempre suscita la elección de un profesor de inglés. ¿Nativo o no-nativo? ¿Quién es mas competente? ¿Quién va a poder formar mejor a los empleados de mi empresa o a mis hijos?.
Existe una opinión generalizada en la sociedad de que ser nativo de un idioma en particular es sinónimo de saber transmitirlo eficazmente y, como expondré más adelante, esto realmente no es así.
Respeto la decisión de contratar sólo profesores nativos, tanto a nivel particular como de empresas o academias. Sin embargo, me gustaría destacar algunas de las ventajas que, en mi opinión, puede proporcionar a los alumnos el que su profesor de inglés sea bilingüe y no nativo:
– En muchas ocasiones hay una desinformación muy grande por parte de empresarios y particulares que vienen considerando a los nativos como «superiores» o «de mayor calidad» en sus habilidades docentes. Y es que, además, parece que viste más colgar el cartel de «aquí solo profesores nativos» que el de » aquí solo los profesores más cualificados«. Sin embargo, y a lo largo de mi trayectoria profesional he podido constatar que los alumnos (da igual adultos que niños) lo que quieren es un buen profesor, no una etiqueta.
– Formar a profesionales es algo más que saber hablar un idioma. Los docentes no nativos contamos con formación específica en este campo (enseñanza del inglés como segunda lengua), una metodología didáctica, etc de la que muchos nativos carecen. Así, y como es obligación en cualquier docente, debemos aspirar a la excelencia profesional y alcanzar el máximo dominio de la lengua extranjera que enseñamos. De este modo, por ejemplo, no me considero con la cualificación suficiente como para impartir clases de español para extranjeros. No es mi campo y desconozco muchas de las particularidades del mismo, fundamente porque en aprendizaje de la lengua madre se basa en la observación y práctica, no en un método o sistemática especial.
– Como hispano-hablantes, podemos identificar y anticiparnos a los problemas que puedan surgir durante las sesiones, ya que también hemos sido estudiantes y conocemos como procesamos la información y, en caso de que exista alguna dificultad o parte problemática, siempre podemos recurrir a dicha lengua para clarificar dudas.
– Relacionado con lo anterior, dicha experiencia como estudiantes (en aprendizaje continuo) nos situa en una posición privilegiada para orientar a los alumnosen cómo realizar sus tareas, o aplicar lo aprendido en su día a día laboral/ escolar puesto que ya hemos estado en su misma situación.
– Finalmente, no creo que el lugar donde se nazca sea determinante. En el caso de muchos docentes no nativos, el dominio del inglés es total, tanto a nivel de pronunciación y acento como de las distintas habilidades que lo integran.
Con este artículo no pretendo echar más leña al fuego, sino simplemente reivindicar una posición que, por méritos propios, creo que nos hemos ganado y muchas veces se oculta.
En mi caso, por ejemplo, siempre que quiero darle una vuelta de tuerca a mi speaking y añadir más matices a mi pronunciación y expresión oral me gusta acudir a una persona nativa (con formación académica docente).
¿Por que? Sencillamente porque hay usos y expresiones que salvo que se sea oriundo de un país angloparlante es imposible conocerlos puesto que son propios de su país, ciudad o incluso comunidad.
Para mi este tipo de aprendizaje supone un reto que impide que entre en un estancamiento de mi inglés que, como todo idioma, es una lengua viva y en continuo cambio y evolución.
Valorar los méritos y la complementación entre los conocimientos de unos y otros profesionales sería mi propuesta. Todos podremos aprender algo nuevo.
Y es que, como dice un proverbio japonés: «Mejor que mil días de estudio diligente es un día con un gran maestro«.